Reflexiones acerca de la Facilitación de Grupos

La Facilitación de Grupos que les presentamos en este espacio, es una recopilación de mis vivencias como Facilitadora a lo largo de 40 años facilitando grupos en desarrollo humano, donde el protagonista principal es el Grupo y no las técnicas o dinámicas “fantásticas” que ayudan al grupo en su proceso evolutivo. Estas vivencias están en congruencia con las 11 + 1 Competencias ALFA para facilitar procesos de grupo.

Veo la Facilitación de Grupos como una labor mágica y noble, porque tener a un grupo bajo mi responsabilidad involucra tener a cargo varios seres humanos que buscan evolucionar en diferentes aspectos de sí mismos y de su profesión.


Un grupo es mucho más que la suma de sus partes. Cada participante viene con su equipaje acumulado en la trayectoria de sus vidas y al entrar a formar parte de un grupo, se potencia esta energía vivida. A partir de ella, surgen diferentes estadios emocionales que van a contribuir al desarrollo de una sinergia que necesita ser catalizada por el facilitador. El mismo facilitador recibe estímulos que van a resonar en su interior y en sus vivencias y, para que la magia suceda, él/ella necesita una sólida formación, formación que le habilite a confiar en sí mismo y en el grupo que tiene frente a sí. Como facilitadores, somos vulnerables a nuestras propias creencias, valores y emociones y, de no estar preparados, podrían entorpecer el proceso del desarrollo del grupo que nos confiaron.


El facilitador debe reconocer al grupo como un organismo vivo y sistémico, donde la participación de cada uno de sus miembros genera un proceso que él/ella tiene que aprender a leer, escuchar y saber usar. Entender que el grupo crece y evoluciona como un todo, que fluye aun cuando no todos sus miembros crezcan de igual manera. El facilitador, necesita estar focalizado en lo que está sucediendo en el grupo mientras suceden las cosas, no solo en el contenido que ha planificado.


Facilitar es como una sinfonía que ocurre por la participación de todos los instrumentos sonando en su conjunto, no solo en las notas que cada músico debe tocar, es la música del grupo mostrando sus necesidades expresadas en lenguaje propio y no lo que el Facilitador quiere escuchar; es de su habilidad como facilitador para seguir todos estos movimientos que juntos, Grupo y Facilitador, hacen la magia.


Conocer diferentes metodologías y autores que son pilares de la teoría y práctica de la dinámica de grupos es fundamental. Autores como K. Lewin, Didier Anzieu, W. Bion, Cartwright y Zander, Ma. Pilar González, W. Schutz, Fela Moscovici, David Kolb, Pichon-Riviére, Moreno, Carl Rogers, solo para citar algunos.

A continuación comparto algunos de mis aprendizajes para facilitar grupos:

  • Centrarse en las necesidades individuales del Facilitador en lugar de las necesidades del grupo, trae dificultades.
  • Es importante establecer al principio de una sesión un “contrato” formal de trabajo y uno psicológico, que involucre las expectativas del grupo y las mías como Facilitador y lo factible o realizable dentro del tiempo acordado de trabajo;
  • Es importante tener una formación sólida y adecuada para trabajar con grupos, pues cuanto mayor sea la amplitud y profundidad de mi conocimiento, mayor será mi comprensión del proceso del grupo. Como decía K. Lewin “nada es más práctico que una buena teoría”;
  • La riqueza del grupo no está en la técnica, está en el grupo y en sus miembros. La técnica o ejercicio es solamente un medio para facilitar la apertura de un proceso que está latente en este grupo en ese momento;
  • Cómo Facilitador no participo de la reacción emocional del grupo, soy empático y actúo como catalizador, no estoy involucrado en ella, puedo ver la situación desde fuera;
  • Los momentos de silencio del grupo, son un importante aliado para abrirme un espacio de entendimiento de lo que puede estar sucediendo en un nivel más profundo y subjetivo del grupo, no debe asustarme. Si aprendo a escuchar este silencio, el grupo generalmente evoluciona.

Espero haber podido compartir mi visión desde el ángulo de mis experiencias con la facilitación y motivar a que busquen leer y enriquecer su desempeño como Facilitadores aprendiendo cada día.

Miriam Castillo P.

Directora MCP, Desarrollo Humano
Miembro Cofundadora de ALFA Asociación Latinoamericana de Facilitadores.



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Ergonomía para la vida

Este artículo es un llamado a la comunidad en general y a los profesionales que acompañan personas y organizaciones a poner sobre la mesa la importancia de cuidar la salud emocional que se ha visto tan afectada por la pandemia y ha quedado rezagada entre tantas urgencias que nos ocupan.

La noticia del suicidio en la ciudad de Guayaquil de dos jóvenes profesionales de la medicina nos invita a hacer un alto y reflexionar profundamente en la necesidad de incorporar pausas para compensar el sobre esfuerzo emocional al que estamos expuestos, cortar rutinas y recargar energías.

Cuando hablamos de la necesidad de incorporar pausas para la vida no sólo nos referimos a personal de primera línea. La pandemia ha exigido sobre esfuerzo tanto a profesionales de la salud como a la población en general. La lista de exigencias es larga, pero mencionamos los más comunes: adaptarse a nuevas condiciones, horarios cambiantes, virtualidad, atención a tiempo completo de los hijos en edad escolar, todo ello impactando de manera directa la calidad de vida, los niveles de estrés y la productividad.

La Productividad, clave para la supervivencia económica, en pandemia está expuesta a fuentes de sobretensión. Destacamos al menos cuatro factores que inciden en la productividad:

  1. Hay una mayor demanda mental en términos de reinvención de actividades productivas.
  2. Se deben alcanzar resultados en un entorno de contracción económica.
  3. Se pierden las fronteras entre tiempo de trabajo y espacio familiar.
  4. La obligación de seguir produciendo mientras manejas la enfermedad o el duelo por el fallecimiento de algún familiar.

Estos cuatro factores, asociados a la productividad, ponen al trabajador en una marcha tipo cinta transportadora sin fin que es necesario detener en pro de la salud y el bienestar.

Hablamos así de la Ergonomía, cuyo propósito es proteger al ser humano, creando y manteniendo ambientes confortables para el desarrollo de las actividades y evitando al mismo tiempo lesiones que comprometan el bienestar y la salud a futuro.

Es necesario traer la Ergonomía a nuestra cotidianidad, revisando nuestra actividad personal, laboral y familiar e incorporando las pausas para la vida como parte de nuestras rutinas. En lo personal es importante establecer límites sanos entre la actividad productiva y los espacios privados; en lo familiar la invitación es a “despegarse de las pantallas”, hacer actividades físicas al aire libre y generar diálogo. A nivel de las empresas diversificar las tareas y promover la participación de los colaboradores en la toma de decisiones respecto a la mejor forma de realizar sus actividades, equilibrando bienestar humano y productividad. Desafío muy grande que afrontan los líderes hoy, su contribución en este aspecto es clave desde la práctica del autocuidado y el cuidado de su equipo y como no hay recetas, puede ser en este aspecto el mejor de los aprendizajes en ergonomía para la vida.

“Una pausa a tiempo, es como una respiración profunda, oxigena, recarga energía, genera salud emocional, incrementa la capacidad de producir, mejora la calidad de nuestros vínculos e incluso salva vidas”.

Beccy Torres Espinel
Psicóloga Industrial, Coach, Facilitadora, Consultora

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