Facilitar es promover y acompañar los procesos sinérgicos de grupos, organizaciones y comunidades optimizando su capacidad de aprendizaje y auto-desarrollo integral.
La Facilitación se ejerce sobre procesos co-evolutivos que le permitan al grupo superar individualidades y alcanzar su madurez a través de nuevos conocimientos, destrezas, percepciones y significados que le aseguran una mayor autonomía y proactividad al ser capaces de “sinergizar” unos con otros, resolver sus asuntos y establecer un balance entre las necesidades individuales vs grupales en coherencia con los requerimientos del contexto.
Sin duda, el acompañamiento del facilitador en el proceso de crecimiento del grupo hacia su madurez está lleno de escollos que deberá afrontar con un profundo respeto hacia el ciclo de vida del grupo, proponiendo y no imponiendo nuevas prácticas conductuales y actitudinales, desde la ventana de oportunidad que el momento del grupo reclama.
¿Cuáles son esos escollos que frenan la co-evolución del grupo hacia su madurez? En general se trata de patrones de pensamiento y comportamiento arcaicos, generalmente no conscientes, que no se corresponden con los patrones requeridos para alcanzar la sinergia. También están los bloqueos emocionales (miedos, rabias, resentimientos) y las historias guardadas en la constelación grupal (lealtades, atascos, embrollos) que adoptan las formas de resistencias al cambio.
Hacer visible lo oculto y consciente lo inconsciente es la tarea esencial del facilitador para provocar el “darse cuenta” del grupo, es decir, promover el descubrimiento de los “frenadores” que les impide comunicarse mejor, decidir y crear juntos, fluir desde el amor, la gratitud y el compromiso hacia la co-creación sinérgica de los mejores resultados.
¿Cómo lograr ese impacto positivo hacia la madurez del grupo? En mi experiencia facilitadora por más de cuarenta años he encontrado la respuesta a esta pregunta en la práctica de las 4P (Presencia, Permiso, Protección y Potencia) aprendidas en mi formación como Psicoterapeuta de Análisis Transaccional.
La finalidad del Análisis Transaccional es que la persona “desobedezca” el Guion de Vida que lo mantiene atado a programas arcaicos que limitan su libertad y autonomía frenando su potencial de desarrollo. Se busca que la persona re-decida de manera autónoma los pensamientos, actitudes, creencias y emociones en conexión con su Ser Auténtico “Aquí y Ahora”. Los mensajes 4P por parte del Psicoterapeuta ayudan a la persona a lograr su propósito de desarrollar todo su potencial humano de manera auténtica.
Encuentro una gran similitud entre el proceso de cambio y transformación antes descrito y el que requiere un grupo para avanzar hacia la madurez de los procesos sinérgicos.
¿Cómo opera la presencia, el permiso, la protección y la potencia cuando se aplica al proceso grupal? A continuación planteo mi aplicación de estas 4P a la práctica facilitadora:
- Presencia: Promover y acompañar los procesos sinérgicos exige que toda nuestra energía esté al servicio del grupo, organización o comunidad que está bajo nuestro cuidado facilitador. Se trata de estar presentes aquí y ahora con todos nuestros sentidos, comunicando, sin palabras, que estamos disponibles y dispuestos.
- Potencia: La potencia se refiere a la capacidad del facilitador para enviar mensajes oportunos que apunten al nudo que tiene atascado al grupo y le impide co-evolucionar sinérgicamente. Se trata de “hacer visible lo oculto y consciente lo inconsciente”, es decir, leyendo el proceso oculto del grupo.
- Permiso: El grupo necesita sentir que está “permitido” avanzar hacia los nuevos patrones conductuales, actitudinales, emocionales y mentales que están emergiendo, desbloqueando asi emociones, lealtades y resistencias. El facilitador modela y refuerza en el grupo la validez de actuar de una manera distinta ante la tensión creativa que surge del cambio posible para no quedarse estancado en el conformismo, el pasado o el miedo.
- Protección: Salirse de la zona de confort genera ansiedad tanto en cada persona en particular como en el grupo como totalidad. De esta manera, el “permiso del facilitador para el cambio grupal” debe estar acompañado de mensajes de apoyo que le transmitan a cada miembro y al grupo seguridad y confianza, mostrando aceptación, empatía y compasión hacia la experiencia. Así mismo, es necesario que se resguarden las condiciones que no pongan en riesgo la integridad física, mental, moral y emocional del grupo.
Aquí te he propuesto las ideas más significativas de cómo vengo empleando la presencia, el permiso, la protección y la potencia en el campo de la Facilitación de Procesos Sinérgicos. Será tu intuición y un profundo respeto hacia las necesidades del grupo en su ciclo de crecimiento lo que te marcará la pauta para emplear de manera efectiva estas 4P del facilitador.
Directora MCP, Desarrollo Humano
Miembro Cofundadora de ALFA Asociación Latinoamericana de Facilitadores.
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