Heme en mi actitud introspectiva usual a punto de iniciar una reflexión acerca del cambio inminente ante el momento histórico y las circunstancias actuales.
Siempre hemos sabido que el cambio es una constante y que todo, absolutamente todo está en un continuo devenir, si, la diferencia en éste momento, siento, es la velocidad con la cual están ocurriendo los acontecimientos, acontecimientos que nos han colocado en hacer las cosas de una manera diferente “temporariamente”, según, como parte del resultado de lo que de alguna manera ya se venía gestando para esta época y de lo que se ha dado a llamar cambio de era, era caracterizada por avances científicos y tecnológicos que hemos tenido que asimilar para desempeñarnos de manera efectiva en el hacer que hemos elegido y poder acompasarnos a los tiempos modernos.
La facilitación de procesos humanos (individual y colectivamente) a través de actividades como la consultoría, la asesoría, el coaching, la mentoría, la orientación psicológica, las terapias, la capacitación o la educación formal deberán redefinir en este momento y en un futuro cercano sus líneas de acción; la realidad día a día nos está configurando un nuevo contexto de actuación, lo que estamos viviendo en nuestras maneras de hacer aparenta quedarse, el teletrabajo ya llegó, lo que no sabemos es si se marchará o se quedará haciendo vida entre nosotros.
Todos los que hemos sido participes de una realidad anterior, en la que hemos cocreado junto a empresas, instituciones, colegios, universidades, entes, agrupaciones sociales, entre otros hemos experimentado al fenómeno humano de cerca, con todas sus cargas, su historia, su cultura, su idiosincrasia, su manera, su sentir, su hacer; hemos sido testigos de su crecimiento y también hemos vivido con ellos nuestra propia transformación profesional y humana, con ellos, nuestro ser también ha evolucionado a través del manejo de su mayor capital: el humano.
Quienes nos hemos desempeñado como “Facilitador/a” nos estamos haciendo muchas preguntas.
En este momento nuestro SER facilitador está siendo movilizado, tocado, llamado de muchas maneras según sea nuestra especialidad: en primer lugar está el llamado del servicio, a apoyar o a asistir u orientar a las masas en el uso de sus propios recursos para contribuir en aquello de mantenernos sanos y generar salud de forma integral; por otro lado a seguir educando, formando, como una iniciativa que genera oportunidad de crecimiento y desarrollo pero ahora en el marco de las circunstancias. Todo ello desde el reducido espacio de una cámara de cualquiera de los dispositivos y/o equipos con los que contamos para acceder a contactar con la otredad y asistirle y/o capacitarle o educarle en aquello en lo que ya hemos alcanzado altos niveles de competencia y en lo que por experiencia nos certifica responsablemente como expertos, y en cuyo manejo de tales medios y dispositivos ya estamos lo bastante iniciados.
Ciertamente, hasta hace poco y de manera emergente nos habíamos visto impulsados en nuestro quehacer a crear y compartir en línea de manera eventual, con cierta periodicidad o de manera mixta, lo que llaman ahora en tecnologías de la información y comunicación (TIC) el e-learning o blended-learning, así mismo celebrar reuniones en tiempo real y a distancia, tema nada imposible con la disposición y el uso de las bondades de la tecnología. Todo facilitador “moderno”, “actualizado” no podía dejar de lado el uso de tales herramientas y evadir el desafío de mantenerse al día, pues las mismas circunstancias y rutinas lo iban conduciendo ya a lo que hoy estamos viviendo a plenitud y de manera vertiginosa: La bien llamada era de la información y la tecnología, por demás empalagosa y adictiva para nuestros egos deseosos de desafío y apego a la modernidad.
Pero hoy después de más de dos meses de detenimiento global, llevando el mayor tiempo ahora en nuestras casas, es mucho lo que comenzamos a extrañar y que ha dejado de ser. Nuestras prácticas “In situ” han desaparecido momentáneamente, entendiendo eso como el lugar al que acudíamos a encontrarnos con la gente, a estrechar manos, dar bienvenidas, iniciar caldeamientos para abrir sesiones de aprendizaje, generar acercamientos, co construir el conocimiento de manera grupal, asistir al juego; a lo lúdico para hacer que aparecieran los verdaderos yoes, la espontaneidad, la imaginación y la magia; hacer dinámicas interactivas, confrontar, reír, integrar y cerrar gestales; aterrizar y cerrar cognitiva y afectivamente con acciones que sabríamos contribuirían a enriquecer la experiencia y el cumulo de conocimientos traídos por los protagonistas del proceso, eso sin contar con todo lo que esas actividades aluden inevitablemente al contacto físico, y a juzgar por lo que reporta el cuerpo a entera satisfacción de quienes acudían a nuestros encuentros después de finalizar la jornada, momento en el cual experimentábamos el zenit del proceso conducido y dábamos por satisfecha nuestra entrega. Tal detenimiento ha dado paso a una interacción volcada y avasallante hacia el consumo y manejo de la cosa tecnológica con implicaciones que son propicias de observar con cautela al disminuir el contacto humano para la vida.
La tecnología hoy ha tocado nuestro ser y nos ha puesto a repensar en nuestras prácticas. Hoy debe preocuparnos el hecho de poder perder el espacio cálido que nos da la cercanía y el trato directo, lo que genera el movimiento, la respiración, el contacto visual, el tocarnos, la risa producto de las picardías y complicidades grupales. La formación es un proceso humano que implica atención y cuidado. Del cómo lo hagamos devendrá el humano de las futuras generaciones y no es sino a esta generación a la que pertenecemos a la que le corresponde crear un precedente. Pensemos pues en ello y ocupémonos de lo realmente esencial haciendo lo propio frente al contexto avasallante que se nos ha presentado con las circunstancias. Mucho que pensar, reflexionar, crear y actuar.
¿De facilitador de experiencias “In situ” a facilitador de experiencias virtuales… uno? ¿El otro? ¿O ambos coexistiendo en equilibrio? ¿Qué es necesario conservar? ¿Qué si es necesario e importante cambiar? Y ¿Cómo hacerlo? ¿Es ahora o cuándo? Y ¿si no nosotros? Entonces ¿Quiénes?
Autora:
Bettsy M. Martinez C.
Educadora/Facilitadora/Coach
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